El metal es uno de los materiales más utilizados en el bricolaje y la construcción. Es bastante duradero, pero tiene el inconveniente de que, la mayoría de las veces, termina oxidándose y estropeándose si no lo usamos demasiado.
Cuando algo se oxida pierde su función, por lo que en cuánto vemos que una pieza de metal se estropea lo mejor es restaurarla lo más rápido posible. Con una serie de cuidados conseguiremos que el metal vuelva a brillar como el primer día.
Lo primero que tenemos que hacer es eliminar la capa de óxido. Si la pieza es de hierro, utilizaremos directamente un destructor de óxido de hierro. En caso de que se trate de cualquier otro metal (bronce, latón, cobre…), recurriremos simplemente a un desoxidante. Debemos aplicar cualquiera de estos dos productos con un pincel, dejamos actuar y limpiamos la pieza con agua hasta que quede limpia. Por último, repasamos la pieza con una lana de acero fina y secamos bien con un trapo para evitar que vuelva a oxidarse.
Por último, debemos barnizar la pieza
de metal con un barniz específico para metales.
Otra forma de restaurar es con un convertidor de óxido
que transforma la capa de óxido en una superficie saneada en 15 minutos que
luego se puede repintar. Es adecuado para superficies de hierro y acero
oxidados, cuando no ha sido posible una buena preparación superficial.
Reacciona con los restos de óxido, formando una capa negra repintable. Algunas
características son:
- Eliminación
del potencial de corrosión.
- Impermeabilización de la superficie del hierro
tratado.
- Buena base
para el pintado con cualquier proceso.
- Ahorro de
costes de limpieza, al no ser necesario el chorreado con
arenas o granalla.
- Protección
temporal sin necesidad de pintar.
Por
ultimo otra forma que todos conocemos es limpiar bien las formas dañadas, después
imprimar o miniar para a continuación darle el esmalte con el color deseado.
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